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Marilyn Sofía Sánchez Torres1

En tus oídos, toda la música de la noche
se refugia, y te arrulla con su vago susurro.
En tus oídos, toda la música de la noche,
y en tu voz, y en tu risa, y en tu tácito llanto…

León de Greiff

 
Recuperar la memoria pedagógica en un territorio como Ciudad Bolívar, escribirla, es despertar de golpe los sentidos: es evocar la primera vez que vi asomarse —desde la ventana del transporte público— las casitas que coloreaban los paisajes de las periferias bogotanas, sus realidades y utopías de azul, el coraje y la fortaleza de la gente rojo, luchas esperanzadas en un verde, de amarillo aquellas risas de las infancias… siempre esas risas, que pareciera que pueden romper con su estruendo —aunque sea por un momento— todas las dolencias que aquejan las calles cercanas a la Escuela Distrital León de Greiff. En este espacio multicolor se entrelazan ese puñado de historias, esperanzas, luchas, utopías, corajes, fortalezas y vida.


Escribía el poeta de Medellín cómo sus ojos viajeros conocieron cielos, mundos, sueños inverecundos… entonces los versos quedan inscritos en la memoria, atraviesan el corazón cuando, al igual que De Greiff, también sé de penas únicas, de goces y de llantos, del dolor y del amar en las historias que atraviesan La Alameda, barrio en el cual se encuentra la Escuela que lleva el nombre del poeta, una escuela Sin Frontera. La nombro así porque en ella aprendí que la escuela no es un espacio aislado por muros, ajeno a los sucesos que marcan a sus habitantes. No puede serlo: en ella se entretejen las historias de vida de cada niño que allí habita; se congregan diversidades y resistencias colectivas que dan rostro a las comunidades del barrio, sembrando fortaleza en las infancias, y acompañándolas a abrir los ojos ante las realidades que configuran tanto La Alameda como los barrios vecinos.


En este sentido, la comunidad de la Escuela León de Greiff se reúne al inicio del año escolar para identificar y socializar las problemáticas que permean su cotidianeidad, con el propósito de hacer nacer un proyecto de ciclo que las aborde mediante prácticas inscritas en los diferentes espacios ocupados por los estudiantes, dentro y fuera del aula. Esto corresponde a la misión de la escuela, que busca fortalecer el pensamiento investigativo, comunicativo y ciudadano desde los intereses de la comunidad estudiantil y su contexto social, para impactar positivamente en la construcción de su proyecto de vida. Así, se esbozan rostros de una comunidad de niñas, niños y adolescentes que sienten su entorno y disponen el corazón, se paran con el rojo de la fortaleza para participar activamente en la búsqueda de soluciones a las problemáticas de sus contextos, desde su lugar como habitantes de los barrios y como parte de una comunidad leonista, que participa en la construcción de las dinámicas que se suscitan en la escuela.


La verdadera participación colectiva, para la construcción del proyecto correspondiente a los ciclos en los que está organizada la escuela, representa esfuerzos para la creación de oportunidades que permitan la transformación de realidades cotidianas, pintarlas con colores nuevos. Entre ellos reconocemos el verde (visible tanto en sus uniformes como en los símbolos de la escuela), que representa la esperanza para su territorio, La Alameda, que comparte nombre con su homólogo en Ciudad de México, pedacito de tierra verde en la capital mexicana donde se reúnen grupos de personas cada tarde para hablar de su cotidianeidad y sus sueños, de cómo llegar a ellos: así mismo, los leonistas van trazando rutas de acción, caminándolas firmes, en una gama de colores tan amplias como sus posibilidades…


Diferentes expresiones de lo anterior son los múltiples proyectos que han florecido en La León, Escuela Sin Fronteras. Uno de los más impactantes para mí, y cuya gran importancia reconoce la comunidad, es el Proyecto de Género y Sexualidad, que ha suscitado un despertar en las voces que visibilizan la importancia de construir espacios dignos y seguros para niñas, mujeres y una diversidad de infancias y adolescencias. Entonces descubro que los pasillos se pintan de violeta; el color se va extendiendo desde ahí hasta los lugares donde los estudiantes se encuentran con su profe Marlen C y la maestra en formación Jessica Huertas: mujeres que están de pie en una lucha incansable por poner sobre la mesa los temas de género, apoyadas por el comité sindical de la escuela para su incorporación en el aula y a través de diversos talleres. En este sentido, en su quehacer pedagógico en un espacio de cine foro, provocan reflexiones a través de películas que visibilicen situaciones con relación al tema, con el propósito de impulsar un pensamiento y una acción desde un enfoque de género en la comunidad.


En otros espacios del colegio se desarrollan alrededor de diez proyectos para su estudiantado, lo cual resulta en una de las características más importantes de esta escuela. Otro ejemplo de ellos es el denominado de Tiempo Libre, en el cual se realizan actividades alternativas en el tiempo de descanso. En mis pasos por la escuela León de Greiff he ido dejando por escrito en mis memorias historias, realidades, luchas, sueños… a veces me encuentro en los patios y recuerdo que uno de mis sueños más anhelados era estar acá, en Bogotá. Al hacer este sueño realidad, se fueron sumando rostros de las infancias colombianas, caracterizadas por su alegría.


Una tarde vi por primera vez la vitalidad con que persiguen el balón de fútbol, la emoción cuando se reúne la escuela a vivir los partidos; entonces la comunidad se imprime de un sentido de vitalidad extraordinaria al jugar dicho deporte en los diferentes equipos que se organizan, como parte de un campeonato. La participación de los equipos, conformados tanto por niñas como por niños, es también un ejercicio en el cual se reconoce la importancia de una participación activa de la comunidad en sus actividades, indistintamente de la condición de género u otras. En este sentido, se rescata la importancia de que las niñas tengan un espacio y un campeonato en el cual reconozcan y potencialicen sus habilidades, formen parte de la comunidad deportiva.


Ese día, durante un partido de fútbol que presencié en la León de Greiff, compartí risas y emociones, me dejé salpicar por pinceladas de color amarillo que dan forma al espacio musical de la Emisora Escolar y las canchas en tiempo de descanso.


La Emisora Escolar, como un proyecto de la escuela, es un rincón que representa saberes, esfuerzos y acompañamiento por parte de maestros en formación de la Universidad Pedagógica Nacional, para que esta actividad formativa sea posible. La Voz del Poeta suena a través de los parlantes, o bocinas, como decimos en México. Me emociono junto con los chicos y las chicas cuando escucho la voz de una niña que reporta con elocuencia las últimas noticias sobre la vida de Stephen Hawking. Ejercicios como este representan espacios para que se escuche la pluralidad de las voces de las infancias, nutriendo el reconocimiento de los estudiantes como seres sociales activos en su comunidad. Asimismo, se reconoce el fomento del desarrollo de la dimensión comunicativa y el fortalecimiento de habilidades para impactar positivamente en sus entornos. Ese día, al terminar su participación en el programa de la Emisora, la niña sonríe: al preguntarle cómo se sintió frente al micrófono, palabras positivas y sale irradiando alegría, mientras deja el eco de su voz con tintes de amarillo… En otros rinconcitos de la Escuela Sin Fronteras se escuchan otras voces, multicolores, que susurran palabras en otros idiomas. Reconozco emoción por descubrir otras latitudes, echar a andar los barcos de la travesía en ejercicios emergentes que emprendimos en conjunto con mi compañera de viaje, Yoseline G: “The English Corner y Le Coin des Français”. Estos surgen para dinamizar intercambios de idiomas entre nosotras y la comunidad estudiantil de León de Greiff, poner en práctica la habilidad oral de estos, así como fomentar el interés por el inglés y el francés mientras llevamos a cabo un compartir de saberes culturales referentes a otros países o al nuestro, México, fomentando tanto la empatía como el respeto. En este sentido, a veces quisiera echar un bote de pintura azul índigo, como las utopías, para que prevalezcan siempre esas emociones de asomarse a otras ventanas de mundo. Es aquí, en el espacio de idiomas, donde Yoseline G, la profe Marlen C y yo vamos sembrando semillitas, alimentándolas con amor para que crezcan flores de todos los colores con el propósito de regalar a la escuela —junto a infancias que nos acompañan durante la hora de descanso— un jardín donde florezcan la inquietud por aprender, la convivencia multicultural y las palabras en otros idiomas.


Escuchar a los estudiantes que nos acompañan durante la hora de descanso, enunciar sus primeras palabras en francés llena el alma. Explorar junto a ellos otras latitudes a través de los idiomas, compartirles mi pasión por ellos y construir colectivamente un espacio en el cual nos encontramos para sonreír, a veces reírnos de palabras que nos sorprenden fonéticamente como l’anana, hacernos de códigos propios, de frases para abrazarnos y cargadas de la esperanza por encontrarnos una próxima vez como merci, a bientot. Voltear al otro lado del salón para encontrarme con la mirada de Yoseline G, quien se emociona en compañía de un grupo de niñas y niños que juegan mientras aprenden inglés. Todo ello provoca que me susurre un gracias, por estar aquí aprendiendo y (des)aprendiendo en la Escuela Sin Fronteras, donde se generan espacios en los que la comunidad es consciente de que no estamos solos, solas… No lo estamos. Escribía León de Greiff que había almas que irradiaban luz y borraban nuestros yo solitarios, por ello en mis memorias también hay personas que acompañan mi descubrir pedagógico: la profe Marlen C, que con mirada profunda me va dirigiendo hacia aquellos rincones tanto físicos como conceptuales de la escuela que a veces desconozco, está el naranja de su convicción y pasión y el rojo de su fortaleza; también hay una compañera que trasciende el límite de la hermandad, Yoseline G, está lo blanco de su luz cuando nos acompañamos en el miedo, pero también en las ansias por ir más allá, están los amigos con su amarillo brillante y justo ahí me encuentro también con los niños: son ellos quienes van arrojando pinceladas de colores entre risas (y vida)… y nos dejan el eco, el estruendo, la alegría a lo largo de los pasillos de esta escuela.


Mi transitar por la hermosa Colombia, país en donde me hice de un hogar en compañía de un valioso puñado de corazones, ha significado aprehender nuevas perspectivas en torno a la educación y sus luchas en dos escenarios concretos y muy significativos: la Universidad Pedagógica Nacional y la Escuela Distrital León de Greiff.


En ambos territorios tuve la oportunidad de llevar a cabo reflexiones pedagógicas. En este sentido, la práctica Escuela Sin Fronteras me ha brindado la oportunidad de ampliar mi comprensión de los contextos formales de la escuela colombiana, a través de experiencias vivenciales en campo, las cuales han permitido asumir una postura crítica en torno a los acontecimientos tanto sociales como pedagógicos que allí acontecen. He podido contrastar la observación participante que llevé a cabo durante meses en la Escuela León de Greiff con otras perspectivas y otras miradas, como las del resto de maestros en formación, pero sobre todo desde la valiosa experiencia de mi profe Marlen C, durante los encuentros de socialización que se realizaron en diferentes espacios en la universidad.


Considero el trabajo en campo, en un territorio como Ciudad Bolívar, y en una escuela como la León de Greiff, un ejercicio de enorme importancia para comprender cómo la escuela funge un papel transformador en los contextos populares, siendo capaz de vincular sus prácticas en relación con los acontecimientos y problemáticas sociales que se entretejen con la cotidianeidad de las personas. Es así como la escuela se posiciona desde lugares de resistencia, se reconoce viva a través de la participación activa de los sujetos, quienes se conciben como transformadores de las realidades sociopolíticas.


Por otro lado, los espacios para llevar a cabo reflexiones pedagógicas han representado momentos significativos, en los cuales he tenido la oportunidad de sostener diálogos con otras voces para socializar las lecturas críticas que realizamos sobre los territorios, construir de forma colectiva sentidos sobre las dinámicas escolares y problematizar en torno a estas. Al respecto, considero pertinente compartir uno de los numerosos momentos que se suscitaron durante este tipo de ejercicios:

Me encontraba reunida con la profe Marlén Cuestas y la profesora en formación Yoseline G, mientras la primera nos explicaba cómo se construye los proyectos durante el inicio de cada año escolar, tomando como puntos de partida las problemáticas que la comunidad identifica en su contexto. Recuerdo que el corazón me latió con fuerza: me encontraba frente a una experiencia escolar que me permitiría aprender sobre niveles reales de participación infantil y juvenil y ampliar mi comprensión sobre la escuela desde una perspectiva de la participación protagónica y democrática, nociones que se encuentran profundamente arraigadas en mis concepciones en torno a la educación.


En este sentido, durante mi paso por la Escuela León de Greiff he ido reafirmando la importancia de la emancipación de los sujetos escolares a través de la acción protagónica, así como de su incidencia en los procesos democráticos a partir del planteamiento de propuestas de proyectos que se inscriban en las visiones de la Escuela Sin Fronteras, aquella que construye a la par de sus barrios, comunidades, grupos de personas. Así, esta experiencia ha transformado mi visión docente y me ha llevado a reafirmar un compromiso frente a la escuela como un escenario donde convergen saberes, participaciones sociopolíticas, donde se entrelazan diversidades y está presente la esperanza por transformar desde el corazón, desde las personas.


En unas semanas meteré en la mochila un sinfín de aprendizajes, historias y sentires, para partir hacia México. Conmigo llevaré las memorias de una escuela que contribuye desde el diálogo, la participación, la contextualización y el reconocimiento de las diferencias, con apuestas para la construcción de paz en sus territorios; que reconoce lo imprescindible que resulta incorporar el enfoque de género para formar seres humanos en términos de equidad y justicia, expresión de compromiso para la consolidación de sociedades que generen nuevas dinámicas en sus formas de ser y estar en el mundo. Hablaré, entonces, de una comunidad escolar que se organiza a partir de una metodología por proyectos, asumiendo retos para lograr una participación democrática; retrataré con palabras los múltiples colores que enriquecen los espacios escolares leonistas, caracterizados por su diversidad y haré alusión a sus maestros, que se la juegan toda por construir una sociedad mejor.


Agradezco infinitamente a las personas que acompañaron mi paso como maestra en formación: a la Profesora Marlén Cuestas por su dedicación, ejemplo, tiempo, fortaleza e invaluables enseñanzas, por darnos la oportunidad de acompañarla en la Escuela León de Greiff. Asimismo, a los profesores que conforman el cuerpo docente y directivo de esta; gracias por siempre recibirnos con toda la disposición en un espacio tan significativo. Agradezco con el mismo cariño a mis compañeros, maestros en formación de la UPN, comprometidos, que iluminan todo con su alegría. Es difícil escribir sabiendo que pronto me marcharé de un país que me ha dado tanto y al cual he intentado retribuirle, desde lo más profundo del corazón, porque lo merece todo: la consolidación de una paz tan anhelada, el respeto a los derechos humanos, amor en todas sus expresiones…

Referencias

Institución Educativa Distrital Colegio León de Greiff. (2017).  Proyecto Educativo Institucional (pei). Construyendo presente para un futuro mejorhttps://www.todacolombia.com/folclor-colombia/poesia/leon-de-greiff.html

Notas

  1. Maestra en formación, vi semestre, Universidad de Sinaloa, México. Estudiante de intercambio en la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia.